Efectos psicológicos de la pandemia en ancianos

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Los efectos de la pandemia en ancianos se están notando más que nunca. La pandemia por coronavirus ha traído nuevos retos a las personas de cualquier edad. En España, alrededor de 2 millones de hogares están habitados por personas mayores de 65 años que viven solas. De los cuales 1,4 millones son mujeres frente a 0,6 que son hombres, debido a la mayor mortalidad precoz de los ancianos varones.

No obstante, no se trata únicamente de estar solo, sino de “sentirse solo”. Es algo que las autoridades sanitarias ya están tratando de hacerle frente, pues se ha declarado que atenta contra los derechos humanos e incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha calificado de problema de salud.

Según fuentes oficiales, la media de edad de los fallecidos por Covid-19 en España estaba entre los 78 y los 80 años. Todos padecían patologías previas a la infección por el virus que se han agravado como consecuencia del contagio por coronavirus. Es decir, el 33% de los contagios por Covid-19 en España tiene más de 65 años. De los cuales, el 18% tiene más de 75 años y el 32% padece enfermedades respiratorias crónicas.

Por otro lado, actualmente casi el 20% de la población es mayor de 65 años. Y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), para 2068 se prevé que  la cifra ronde el 30%. Y es que España tiene la esperanza de vida más alta de toda la Unión Europea con una media de 83,4 años.

Ante esta panorámica, toma gran relevancia la psicología del envejecimiento. Especialmente en la situación actual cuando los efectos psicológicos de la pandemia y el confinamiento han agravado los problemas de salud (tanto físicos como psicológicos) en las personas mayores.

Consecuencias y efectos psicológicos de la pandemia en ancianos

El miedo y el estrés causados por la incertidumbre de la situación actual pueden resultar en nerviosismo y agitación. Cuando las personas se encuentran en un estado de alerta constante, su sistema inmune se debilita, haciéndolos más propensos a padecer problemas de salud físicos y mentales. Entre los cuales destaca la depresión, la ansiedad, y problemas de mala calidad del sueño, entre otros. También se relaciona la soledad en personas mayores con un mayor consumo de alcohol.

Incluso algunas investigaciones han llegado a afirmar que para algunas personas, especialmente las de la tercera edad, el confinamiento y el aislamiento les ha producido reacciones propias de estrés post-traumático. Y no queda aquí, pues según varios estudios psicológicos las personas que se sienten solas tienen mayor riesgo de morir prematuramente, incluso más que las personas obesas.

Por otro lado, la soledad favorece el deterioro cognitivo precoz y el desarrollo de la demencia. Derivado principalmente por un descenso en las relaciones sociales.

Las situaciones de abandono y soledad también conducen a adoptar malos hábitos alimenticios, desencadenando en casos de malnutrición, vida sedentaria y un empeoramiento de enfermedades degenerativas como la artrosis, al descender la actividad física. Sin olvidar un posible aumento de infecciones por una higiene deficiente.

La soledad aumenta también el riesgo de sufrir accidentes domésticos, y a que éstos no puedan ser atendidos con la emergencia necesaria. Por lo que el impacto de la soledad en la tercera edad puede ser tan dañino como otras enfermedades crónicas percibidas como más graves.

La pandemia por COVID-19 y su impacto psicológico en las personas mayores

Los confinamientos y las estrictas restricciones para frenar el avance de los contagios ha afectado emocionalmente a gran parte de la población. Probablemente el grupo de personas más afectado ha sido el de las personas mayores. Los mayores son un colectivo muy vulnerable que ha tenido que afrontar algo que nunca imaginaría que podría ocurrir. ¿Podría una vuelta a la manzana terminar en una enfermedad grave? ¿Podría un paseo al supermercado terminar en hospitalización? ¿Podría llevar el hecho de abrazar a los nietos a contagiarse por COVID 19? Cualquier tarea que una persona mayor podía llevar a cabo pre-pandemia ahora parece ser un asunto de vida o muerte.

Lamentablemente, es mucha la impotencia e incertidumbre que acompañan a todas estas cuestiones. En muchas ocasiones, suelen terminar en un sentimiento generalizado de tristeza y soledad en la tercera edad. Por lo que es normal sentirse asustado y nervioso cuando es algo que está fuera de nuestro control. Por ello, es importante tomar consciencia de la estrecha relación entre el distanciamiento social y la salud mental de las personas (y en especial en la tercera edad).

Abordar la incertidumbre del COVID-19 de manera saludable

El acceso a la información puede convertirse en un arma de doble filo. En ocasiones puede ser de gran ayuda para las personas mayores tener una vía de estar conectados con lo que ocurre en el mundo. Cuando pasan mucho tiempo solos en casa, la sobreexposición a noticias puede aumentar los sentimientos de ansiedad y soledad en la tercera edad.

Una buena manera de gestionar el tiempo de acceso a dispositivos electrónicos como los smartphones o la televisión es marcando rutinas saludables de uso. Por ejemplo, mirar las noticias durante 15-30 minutos por la mañana y luego mantenerse activo realizando actividades diversas durante el día hasta ver por la tarde su programa de televisión favorito.

Puede llevar algunas semanas adaptarse al nuevo hábito. Pero una vez forma parte de la rutina diaria, puede ayudar a sentir menos ansiedad y a salir del espiral de pensamientos negativos que terminan en la temida sensación de soledad en la tercera edad.

Otra alternativa es organizar eventos virtuales con la familia o amigos que se encuentren en la misma situación. Por ejemplo, organizar una comida virtual con la familia, participar en juegos de mesa online, planificar videollamadas regulares con amigos, etc.

La solución de Wayalia para la soledad en la tercera edad

A todos nos encantaría poder pasar más tiempo con nuestros mayores. No obstante, las obligaciones del día a día, o incluso si pasamos mucho tiempo expuestos a otras personas, puede ser motivo para querer evitar riesgos dada la situación sanitaria actual.

Contar con el apoyo de cuidadoras a domicilio puede ser la alternativa más eficiente para ayudar a gestionar la soledad de las personas mayores. Pues su profesionalidad y saber hacer pueden ayudar a establecer rutinas saludables durante el día que favorezcan una mente ocupada y un buen descanso nocturno, sabiendo que se encuentran en las mejores manos.

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