Cómo detectar un Ictus en un anciano

Facebook
Twitter
WhatsApp

El ictus consiste en un daño cerebral provocado por la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, causada por dos posibles condiciones:

  • Por obstrucción: en estos casos se habla de un ictus isquémico, el más frecuente y extendido. El término isquemia significa, precisamente, suministro insuficiente de sangre;
  • Debido a la rotura de una arteria: en este caso lo llamamos ictus hemorrágico, que es menos frecuente que el ictus isquémico.

Desgraciadamente, un ictus suele producirse muy rápidamente, un poco como un infarto de miocardio, de hecho también se utiliza el término infarto cerebral isquémico, por lo que no siempre es posible predecirlo o darse cuenta de que va a ocurrir.

No es casualidad que sea la tercera causa de muerte y, al mismo tiempo, el motivo más frecuente de discapacidad temprana.

Sin embargo, hay ciertos signos que, detectados a tiempo, pueden marcar la diferencia, permitiendo reconocer un ictus y actuar con rapidez. Veamos juntos cuáles son los síntomas a los que hay que prestar particular atención.

Signos premonitorios: los llamados “mini-ictus”

Estamos acostumbrados a pensar en un ictus como en un rayo que cae de la nada, un acontecimiento inexplicable y nada predecible, pero no siempre es así.

Por el contrario, muchos accidentes cerebrovasculares van precedidos de signos premonitorios, consistentes en los denominados “mini-ictus”, o más correctamente llamados ataques isquémicos transitorios, abreviados internacionalmente como AIT.

¿Qué ocurre en estos casos?

Debido a una alteración circulatoria, causada por la presencia de un coágulo en una arteria cerebral, se produce una reducción temporal del suministro de sangre al cerebro, que es arrastrado por el torrente sanguíneo o se rompe espontáneamente.

Estos mini accidentes cerebrovasculares provocan ciertos síntomas, que describimos a continuación:

  • Parálisis temporal o alteración de la sensibilidad en la cara, el brazo, la mano o la pierna;
  • Alteración transitoria del habla;
  • Alteración transitoria de la visión, como visión doble o ceguera (a menudo solo en un ojo);
  • Mareos repentinos.

A diferencia de lo que ocurre durante un ictus, estos síntomas duran muy poco, el tiempo que tarda la obstrucción en resolverse por sí sola, y es precisamente la fugacidad de estos síntomas lo que hace que a menudo pasen desapercibidos o, en todo caso, bajo el radar.

Cómo reconocer un ictus: 5 síntomas

Hay cinco pistas que podrían ayudarnos a reconocer un ictus en curso. Veámoslos:

  • Boca torcida, pídele al sujeto que sonría y observa si la boca tira hacia un lado y es asimétrica;
  • Brazo débil, pide que levante los brazos. En caso de ataque, uno de ellos no podrá mantenerse de pie y caerá pesadamente, como sin fuerzas;
  • Dificultad para hablar, es fundamental comprobar si el anciano no puede hablar y/o no entiende lo que se le dice. Pídele que repita una frase muy sencilla y comprueba si puede hacerlo o no;
  • Dificultad de visión, pregúntale si ve borroso, si no puede ver la mitad de los objetos o si ve doble;
  • Fuertes dolores de cabeza, a menudo acompañados de náuseas, vómitos y pérdida de conocimiento.

¿Qué hacer si se presentan uno o más síntomas?

Si se presentan uno o más de los síntomas mencionados anteriormente, es esencial actuar de inmediato.

Esto es lo que hay que hacer:

  • Llama inmediatamente al 112 y solicita asistencia urgente por sospecha de ictus. El tiempo es esencial en estos casos;
  • No esperes a que pase, intervén inmediatamente, para que la persona afectada por el ictus pueda recibir el tratamiento necesario lo antes posible y así minimizar los daños y salvar su vida;
  • Anota la hora de inicio de los síntomas, para informar a los profesionales del tiempo transcurrido hasta su llegada.

Además de estas indicaciones, también te aconsejamos que:

  • Acuestes al anciano sobre su espalda, con el torso plano sobre una superficie dura o en el suelo. En caso de que sea inconsciente, en posición lateral;
  • Aflojes la ropa que pueda apretar, como la corbata, la camisa o el sujetador;
  • No le suministres medicamentos ni agua, ya que existe riesgo de asfixia;
  • Si el suceso se produce de noche, es importante iluminar el piso, la escalera y la puerta. Siempre que sea posible, pide a un vecino que guíe a los rescatadores mientras tú te quedas con el afectado.

Reconocer los síntomas a tiempo e intervenir rápidamente puede marcar la diferencia, por lo que es importante saber qué hacer. Si temes que algún familiar anciano pueda correr el riesgo de sufrir un ictus y no tienes la posibilidad de estar siempre con él/ella, te aconsejamos que contrates a una cuidadora por horas o interna, para que pueda intervenir lo más pronto posible en caso de necesidad.

¿Te podemos ayudar?

Comparte el artículo

Facebook
Twitter
LinkedIn

Deja un comentario